En septiembre del año 2008 presentamos un proyecto de ley para restringir la creación de barrios cerrado en la provincia de Santa Fe. Debido a no existir voluntad de parte del oficialismo perdió estado parlamentario.
El proyecto esta solidamente fundamentado por 8 paginas que tiene como objetivos primordiales, Afirmar la función social de la ciudad, Promover la equidad social, Impedir la exclusión de un sector social hacia o otros, Evitar la destrucción de las tramas circulatorias urbana, Asegurar la libertad de desplazamientos y del uso de los espacios públicos, Impedir los privilegios en el uso del suelo urbano, Evitar la fragmentación, la disgregación y la expansión desordenada de las ciudades, Impedir la afectación o destrucción del ambiente natural y Generar procesos de apertura y absorción urbana de las urbanizaciones cerradas existentes.
Así como en la edad media la aparición del sistema feudal fue consecuencia de la falta de protección que el Rey podía brindar a sus súbditos, lo que generó la “necesidad” de los más ricos de crear sus propios medios y ámbitos de salvaguarda; así en nuestros tiempos la “desaparición” del Estado como estructurador básico de la Sociedad y la consecuente degradación de la calidad ambiental urbana (aglomeración edilicia, falta de espacios verdes, polución, falta de infraestructuras), llevó a las clases altas y medias a implementar sus propias “protecciones” materializadas en estos tipos de urbanizaciones cerradas.
La política económica y social de los ’90 tuvo (y tiene aún de alguna manera) a la “privatización” como paradigma. Todo debía ser privado y el Estado reducido a una mínima expresión, la que el “mercado” le dejara. Los barrios cerrados son una muestra clara de la privatización de las ciudades, acompañados por centros comerciales con derecho de admisión, escuelas privadas, seguridad privada, servicios privados. Muy lejos de promover la integración social, nacen y se reproducen valores de segregación y control de los “diferentes”. Este fenómeno del espacio residencial amurallado, expresa en su más cruda faceta el debilitamiento de los vínculos sociales y el carácter colectivo de la ciudad.
A la sombra de este modelo creció una generación denominada “el modelo de la burbuja”. Se trata de niños y adolescentes viviendo en un ámbito de absoluta libertad dentro de las murallas, pero individuos que al no tener contactos con otros de diferentes condiciones sociales, económicas y culturales, reaccionan con pánico o agresividad, con ingenuidad o miedo. Esta forma de vida no genera comunidad, y eso provoca problemas sociales muy serios, problemas de segregación que llegan hasta límites absurdos. En Estados Unidos ya aparecieron las primeras generaciones de jóvenes ‘de burbuja’, como se llama a los nacidos y criados allí adentro. Pibes con ataques de pánico y hasta con casos de suicidio. Ese es el problema más serio y otro, muy evidente, fue el clima de ‘ellos contra nosotros’ que generan los paredones, las garitas, los guardias de seguridad y esa idea de que ‘vos no podes pasar por mis calles, yo por las tuyas sí, y voy a pasar lo más ligero que pueda porque no te quiero ni ver’. Todo esto genera una fricción social, a la larga, explosiva.
Según Santiago Kovadloff, filosofo citado en el proyecto “... a mayor reclusión, mayor indiferencia hacia el otro y mayor comprensión del contexto como aquello de lo que hay que defenderse y no como aquello a lo cual hay que integrarse”. Y más adelante agrega: “El poder político debe persuadir a los ciudadanos de que la democracia es una oportunidad con objetivos, convicción y habilidad. De lo contrario, la democracia cae como ideal y el aislamiento se impone como destino”.
Los emprendimientos cerrados conllevan una modificación sustancial a la trama urbana, la circulación, el tránsito y el ordenamiento territorial en general, potestades locales por su naturaleza, por lo que no puede instarse y legislarse que las vías circulatorias internas queden en dominio privado y ajeno por completo a la injerencia de la Administración Municipal. Del mismo modo el Municipio tiene el deber de preocuparse para que ninguno de los barrios o localidades que lo conforman quede aislado o en una situación de inferioridad en el acceso o conectividad con el entorno. Lo antedicho se encuentra íntimamente relacionado con la prestación de servicios en casos de urgencia, como ser: bomberos, ambulancias, defensa civil. Un territorio fragmentado espacialmente, con barreras físicas que obligan a desvíos e intrincados recorridos para llegar a un lugar, coloca a sus habitantes en una situación de desigualdad que el Municipio debe atemperar o solucionar.
Como reflejo del presente, en todo el territorio norteamericano y en el mundo desarrollado en general, los barrios cerrados, urbanizaciones privadas o gated communities o countrys, ya no son sustentables ni en lo social ni en lo económico, y ahora tampoco en lo energético. Lo han comprobado también en países como Francia, Italia y Alemania, con experiencias negativas. La gran tristeza, en cambio, son los países de Europa Oriental, que tras la caída de la Cortina de Hierro, creyeron que esto era lo nuevo y lo están replicando. Igual que nosotros en la Argentina , compramos la revista, pero del número atrasado. La idea no es detener el desarrollo, pero sí el crecimiento de estos barrios hasta que haya una serie de normativas que clarifiquen cuáles son los impactos que generan y cómo manejarlos. En este sentido, es clave educar a los intendentes para que entiendan que las inversiones no justifican contaminación, sobreexplotación, depredación, sino que el desarrollo debe ser autosustentable. De lo contrario, muchos de los municipios se encaminarán a la bancarrota. Resulta a todas luces evidente la necesidad de comenzar a modificar hasta dar vuelta estos procesos de fragmentación urbana y social, avanzando en la creación de herramientas que le permitan al Estado comenzar con esa tarea de profunda renovación. Deberá darse sin dudas con el cuidado y la atención en evitar mayores conflictos de los que por su propia existencia han traído aparejados las urbanizaciones cerradas. generando nueva legislación que comience a promover restricciones para la conformación de nuevas urbanizaciones de este tipo, con sus falsos paradigmas pseudo-ecológicos y pseudo-comunitarios, que sólo sirven para la exclusión social.
El proyecto esta solidamente fundamentado por 8 paginas que tiene como objetivos primordiales, Afirmar la función social de la ciudad, Promover la equidad social, Impedir la exclusión de un sector social hacia o otros, Evitar la destrucción de las tramas circulatorias urbana, Asegurar la libertad de desplazamientos y del uso de los espacios públicos, Impedir los privilegios en el uso del suelo urbano, Evitar la fragmentación, la disgregación y la expansión desordenada de las ciudades, Impedir la afectación o destrucción del ambiente natural y Generar procesos de apertura y absorción urbana de las urbanizaciones cerradas existentes.
Así como en la edad media la aparición del sistema feudal fue consecuencia de la falta de protección que el Rey podía brindar a sus súbditos, lo que generó la “necesidad” de los más ricos de crear sus propios medios y ámbitos de salvaguarda; así en nuestros tiempos la “desaparición” del Estado como estructurador básico de la Sociedad y la consecuente degradación de la calidad ambiental urbana (aglomeración edilicia, falta de espacios verdes, polución, falta de infraestructuras), llevó a las clases altas y medias a implementar sus propias “protecciones” materializadas en estos tipos de urbanizaciones cerradas.
La política económica y social de los ’90 tuvo (y tiene aún de alguna manera) a la “privatización” como paradigma. Todo debía ser privado y el Estado reducido a una mínima expresión, la que el “mercado” le dejara. Los barrios cerrados son una muestra clara de la privatización de las ciudades, acompañados por centros comerciales con derecho de admisión, escuelas privadas, seguridad privada, servicios privados. Muy lejos de promover la integración social, nacen y se reproducen valores de segregación y control de los “diferentes”. Este fenómeno del espacio residencial amurallado, expresa en su más cruda faceta el debilitamiento de los vínculos sociales y el carácter colectivo de la ciudad.
A la sombra de este modelo creció una generación denominada “el modelo de la burbuja”. Se trata de niños y adolescentes viviendo en un ámbito de absoluta libertad dentro de las murallas, pero individuos que al no tener contactos con otros de diferentes condiciones sociales, económicas y culturales, reaccionan con pánico o agresividad, con ingenuidad o miedo. Esta forma de vida no genera comunidad, y eso provoca problemas sociales muy serios, problemas de segregación que llegan hasta límites absurdos. En Estados Unidos ya aparecieron las primeras generaciones de jóvenes ‘de burbuja’, como se llama a los nacidos y criados allí adentro. Pibes con ataques de pánico y hasta con casos de suicidio. Ese es el problema más serio y otro, muy evidente, fue el clima de ‘ellos contra nosotros’ que generan los paredones, las garitas, los guardias de seguridad y esa idea de que ‘vos no podes pasar por mis calles, yo por las tuyas sí, y voy a pasar lo más ligero que pueda porque no te quiero ni ver’. Todo esto genera una fricción social, a la larga, explosiva.
Según Santiago Kovadloff, filosofo citado en el proyecto “... a mayor reclusión, mayor indiferencia hacia el otro y mayor comprensión del contexto como aquello de lo que hay que defenderse y no como aquello a lo cual hay que integrarse”. Y más adelante agrega: “El poder político debe persuadir a los ciudadanos de que la democracia es una oportunidad con objetivos, convicción y habilidad. De lo contrario, la democracia cae como ideal y el aislamiento se impone como destino”.
Los emprendimientos cerrados conllevan una modificación sustancial a la trama urbana, la circulación, el tránsito y el ordenamiento territorial en general, potestades locales por su naturaleza, por lo que no puede instarse y legislarse que las vías circulatorias internas queden en dominio privado y ajeno por completo a la injerencia de la Administración Municipal. Del mismo modo el Municipio tiene el deber de preocuparse para que ninguno de los barrios o localidades que lo conforman quede aislado o en una situación de inferioridad en el acceso o conectividad con el entorno. Lo antedicho se encuentra íntimamente relacionado con la prestación de servicios en casos de urgencia, como ser: bomberos, ambulancias, defensa civil. Un territorio fragmentado espacialmente, con barreras físicas que obligan a desvíos e intrincados recorridos para llegar a un lugar, coloca a sus habitantes en una situación de desigualdad que el Municipio debe atemperar o solucionar.
Como reflejo del presente, en todo el territorio norteamericano y en el mundo desarrollado en general, los barrios cerrados, urbanizaciones privadas o gated communities o countrys, ya no son sustentables ni en lo social ni en lo económico, y ahora tampoco en lo energético. Lo han comprobado también en países como Francia, Italia y Alemania, con experiencias negativas. La gran tristeza, en cambio, son los países de Europa Oriental, que tras la caída de la Cortina de Hierro, creyeron que esto era lo nuevo y lo están replicando. Igual que nosotros en la Argentina , compramos la revista, pero del número atrasado. La idea no es detener el desarrollo, pero sí el crecimiento de estos barrios hasta que haya una serie de normativas que clarifiquen cuáles son los impactos que generan y cómo manejarlos. En este sentido, es clave educar a los intendentes para que entiendan que las inversiones no justifican contaminación, sobreexplotación, depredación, sino que el desarrollo debe ser autosustentable. De lo contrario, muchos de los municipios se encaminarán a la bancarrota. Resulta a todas luces evidente la necesidad de comenzar a modificar hasta dar vuelta estos procesos de fragmentación urbana y social, avanzando en la creación de herramientas que le permitan al Estado comenzar con esa tarea de profunda renovación. Deberá darse sin dudas con el cuidado y la atención en evitar mayores conflictos de los que por su propia existencia han traído aparejados las urbanizaciones cerradas. generando nueva legislación que comience a promover restricciones para la conformación de nuevas urbanizaciones de este tipo, con sus falsos paradigmas pseudo-ecológicos y pseudo-comunitarios, que sólo sirven para la exclusión social.
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